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Los tatuaje de mi piel…

Los tatuaje de mi piel es la vida quien los ha hecho.

Unos los grabo el amor y otros los grabo el despecho.

La vida es el velero y el corazón es el puerto.

Donde se amarran los malos y los buenos sentimientos.

Mil veces he navegado por el mar de la ignorancia.

Por soberbia o estupidez me vestí con la arrogancia.

Del que todo cree saber y al cabo de poco tiempo.

Aprendí que solo se que no se nada y lo siento.

Pues la vanidad y el dinero se esfuman como el orgullo y es, lo que pierdes primero.

Del ancho mar de la vida es el tiempo el que te enseña, que no es el oro, ni la gloria por mucho que algunos se empeñan en demostrar su valía.

La muerte es la que impone su díctame y su sentencia.

Y solo quedara el recuerdo de aquello que te precedió y es lo que te hará eterno.

La ausencia…

La ausencia del amor.

Me lleva a la depresión.

Que me consume poco a poco.

La falta de comprensión y cariño.

Hacen mi vida torpe y aburrida.

Todo se conjuga en soledad.

Necesito una luz que ilumine mi camino.

Estoy dispuesto a cruzar océanos profundos.

Solo para encontrarla.

Todos los días escucho al viento.

Esperando me diga cual es mi razón de vivir.

Todos los días miro las estrellas.

Esperando que en su reflejo encuentre mi solución.

¿Cuanto más voy a esperar?

¿Cuánto más?

No lo sé.

Pero mi vida se extingue.

Y se apaga lentamente.

Como la flama de una vela.

Solo que no quisiera refugiarme.

En falsas esperanzas.

Solo por encontrar una salida.

Solo quiero encontrar eso.

Que me hace falta.

Eso que me haga vivir...

Lo nuestro es…

Lo nuestro es amor.

Y no es otra cosa.

Cielos celestes.

Luna llenas.

Y flores rojas.

Un pedazo de felicidad hecho a medida.

Una cama de sabanas limpias.

Y puras para dos.

Nuestros ojos se cruzaron.

Y fue amor al instante.

Tú llevabas el pelo suelto.

Y yo mis manos en los bolsillos.

Dijimos lo que había que decir sin abrir la boca.

Yo te rodee con mis brazos.

Y tú entraste en mi mundo.

Dicha de encontrar una compañera para la vida.

Alguien que conoce hasta el más profundo anhelo del corazón.

Ambos corazones laten a un mismo ritmo.

Siguiendo la ventura de nuestro amor.

La madrugada transcurre lenta…

La madrugada transcurre lenta y el insomnio es casi permanente.

Cerrar los ojos, poner la mente en blanco, reconciliarme con la almohada y dormir es un sueño casi tan inalcanzable como tu amor.

Yo estoy aquí, sentado en esta escalera aspirando los olores de la noche, haciendo de las estrellas mis eternos cómplices.

Siento la brisa que por momentos me sacude, mientras las luces se apagan y el sonido de los autos al pasar se hace menos evidente.

El mundo descansa mientras yo sólo pienso, mientras yo sólo intento descifrar los enigmas de mi comportamiento.

Trato de entender el móvil de mis ambiciones, de mis deseos, de mi debilidad por volar muy alto amando siempre imposibles, pretendiendo dar pasos de gigante con mis piernas tan cortas y en estos momentos tan débiles.

Mi vida pasa por mi mente como un largometraje donde el final se iguala al comienzo, donde con asombro y tal vez desconsuelo, descubro que los anhelos de ayer son los mismos de hoy, que el tiempo ha pasado pero yo sigo siendo el mismo, las distancias se han agrandado pero yo sigo estando en el mismo lugar, tan solo como siempre.

Escucho las mismas canciones de siempre y como de costumbre imagino que estás a mi lado, que sonríes y me preguntas el significado de esas palabras que no consigues entender, que son nuevas para ti.

Entonces me doy cuenta que otra hora ya se escurrió, se me escapó y que de nuevo he estado alucinando con fantasmas de un ayer que nunca ocurrió, de un futuro tan incierto como ese ayer.

Otra noche de desvelo, otra noche en la que yo me quedo despierto para ver como el cielo cambia de color, como el mundo gira sin jamás detenerse, como todo pasa mientras yo sigo anhelando tus besos.

Así siempre quiero llamarte aunque no seamos los amantes que soñamos en otros días, porque llenaste de ilusiones mis días de quieta espera.

Pero me llenaste de curiosas intenciones, de hacerme reír a cada instante, de sentirme querido y protegido...

Qué pena que haya sido tan poco el instante de sentir amor entre ambos y no se aún...

¿El por qué de tu lejanía?

¿Acaso no queda el cariño de sabernos sinceros?

¿Acaso no queda la amistad como un valor entre dos almas encontradas en soledad?

Hoy dejo esta carta con la esperanza que al leerla, rescatemos la bondad de Dios al dejarnos encontrar, porque la vida, amiga, nos juega siempre, pero nos da la oportunidad de amar en mil formas, entre ellas con la transparencia de la amistad.

Busca en mi corazón, allí tú te encontrarás.

Volverte a ver, así, intacta, como si el tiempo se hubiese detenido en tu rostro, como si todo mi sentimiento se hubiese guardado en hielo, suspendido en un tiempo que aún no entiendo.

Sé que es tan estúpido como la primera vez que lo hice, pero nunca he dejado de sentir lo que en un pasado sentí por ti, eso que hace parecer tan irreal la vida misma, pero más irreal es la vida sin ti.

Raro es, raro como al verte y volver a percibir tu aroma, droga fría que entra a la memoria estimulando el sentimiento intacto y marchito.

Donde la memoria de un beso sigue sacando letras de mis manos, un adiós y un hasta luego, un te quiero y un te dejo.

Letras y rimas, versos, poesías añejas de sentimientos, de dolor, de pasión misma que cela la memoria, fruto prohibido que engañaba ojos y conciencias, fuego en llamas que derretía fríos y pasaba calores.

Amor entre amores, juego de palabras escondidas, pensamientos encontrados en dos ojos, mentiras perdonables, dos soledades engañándose a besos, jugando a quererse, jugando amarse.

Sentimientos que aún guardo en mi memoria, con un letrero al lado que cita… no olvidar, pues este cuerpo lleno de suspiros tuyos, te sigue recordando, queriendo y sí, hasta amando... aunque muchas veces sólo amé tu sombra fría, tus letras cortas, aquella sonrisa al despedirme y hasta la voz en la distancia, también la ame, como chispa que encendía algo, sin saber que era aquellos sentimientos suspendidos en hielo, que solo quemaran mi corazón...

Y es por eso que ya no creo ni la verdad, ni en la mentira, ni en lo que quiero creo.

Así como tú no crees estas palabras, estos gritos que son escuchados en una noche como esta, donde la sobriedad de mis manos agobia la pluma, vomitando palabras al viento... como las que dejé en tu almohada tantas noches...

Pero en fin, yo nunca tendré tu corazón junto al mío, mucho menos dormirán mis labios en los tuyos.

Como tampoco, seré tu nuevo o viejo amor, tan sólo un simple amigo, una persona que vivirá por ti y en ti, en el recuerdo de un pasado que se siente tan presente en mí, como todas las letras que viven en tu memoria, letras que entre mis manos siguen hablando de ti.

La brisa grita…

La brisa grita tu ausencia.

El cielo esconde tu mirada.

El mar acaricia tus labios.

Y la arena de ti está enamorada.

Estás lejos hoy de aquí.

Pero el mar acerca tu presencia.

Ese es mi gran anhelo.

Tenerte conmigo y no tu ausencia.

Sentado en la playa recuerdo.

Momentos que aún no cesan.

De aquel corazón roto.

Que ni del tiempo se alejan.

Una lágrima impaciente espera.

Por esas golondrinas que volverán.

Aunque sea en la primavera.

La ausencia sólo duele…

La ausencia sólo duele cuando muere la esperanza.

Te esperare en la terminal de todas las distancias.

Donde pierden sentido las banderas.

Donde mueren todas mis fronteras.

Serás primero un punto en mi horizonte.

He inventaras atajos hacia mí.

Sé que vendrás caminando muy despacio.

Primero llegará tu boca.

Punto inicial de todos mis destinos.

En tu mirada, reconoceré aquello que no me decías.

No dirás nada… se detendrá el tiempo.

Y ya no habrá mañanas.

Ya no te irás.

Se hará el milagro de transformar pies en raíces.

De crecerte mil ramas como brazos.

De vivir solamente para mí.

Caricias y espejos.

En el deseo sin límites.

Sin respuesta jamás...

La oscuridad termina…

La oscuridad termina… el cielo resplandece y me pregunto.

¿Ha salido el sol?

O eres tú que has despertado y con tus ojos has iluminado la mañana.

Y empieza el temor, porque sé que pronto estaré cerca de ti.

Tengo miedo de convertir mi realidad.

Miedo de creer que el sol es una flor y la quiera bajar envuelta en el cielo para luego regalártela.

Miedo de creer que las aves son melodías que arrastra el viento y quererlas atrapar para cantarte una canción.

Tengo miedo de desear tanto tocarte y olvidarme de respirar.

Miedo de no hacer caso a otras voces por querer escuchar sólo la tuya.

Miedo de tomar cualquier camino por creer verte en todas partes.

Miedo de enamorarme de tus ojos.

Tengo miedo de meterme en tu cuerpo por querer tus lunares en mi piel.

Miedo de que no me sonrías y tu sonrisa sea mi única razón de existir.

Miedo de querer suturar tus labios con los míos por querer tener por siempre tus besos.

Tengo miedo de abrazarte y morir entre tus brazos al escuchar que no me quieres, ni me amas.

Tengo miedo de que mi corazón sólo palpite por ti.

Te amo, princesita de tierras lejanas.

Llegaste a mi vida…

Llegaste a mi vida inesperadamente y le has dado una nueva esperanza.

El día que nos conocimos mi vida estaba vacía y jamás pensé quererte y amarte.

Así te recuerdo a cada momento.

Eres mi principal pensamiento.

No estaría diciendo la verdad si te dijera que es la primera vez que me enamoro.

Sin embargo…

Hay algo que es cierto.

Cuando te miro...

Cuando escucho tu voz en el silencio.

Sé que hay algo inmenso que estoy sintiendo y que no puedo describir fácilmente con palabras.

Conocerte me ha hecho descubrir lo grande que es dar amor y recibir por igual.

Lo que siento por ti es más que cariño, más que un querer… es amor.

Quiero que seas tú la persona que esté a mi lado de ahora en adelante, con quien comparta momentos de alegría y tristeza.

Te amare con un corazón sincero, puro y verdadero, como no he amado a nadie.

Te amo, mi dulce princesita de tierras lejanas.

La noche se ha adueñado…

La noche se ha adueñado de todo y esta es la hora en que quiero escribir.

Deseo escribir poniendo mi ser en ello.

Pienso en ti, mis ojos siguen buscando tu imagen que no acaba de llegar, mis oídos te escuchan pero tu voz ya no está.

Por un instante vivo en la nada y eso no me asusta porque tú estás conmigo y mañana estarás otra vez.

Pienso en ti mientras doy vueltas en mí, intentando comprender lo que sientes, lo que nos pasa.

Mi cuerpo agotado se relaja y busca el descanso, pero mi mente sigue trabajando, imaginándote, preguntándose…

¿El por qué?

Pienso en ti, y la ansiedad, el temor acuden a mí.

Salen corriendo de un rincón de mi mente que no quiero mirar, algún pensamiento, alguna imagen que me impulsa a escapar.

Estoy dejando que las palabras escapen que fluyan en libertad, para encontrar la verdad.

Es posible que exista un miedo natural y sano.

Pienso en ti y me doy cuenta que hay una forma de temor que rechazo y al que me resisto a obedecer.

Es aquel que me empuja a actuar contra mis sentimientos.

Mi aspiración es que mis actos y consecuencias reflejen amor y respeto por mí mismo.

Pienso en ti, y me enfrento a mí mismo, no deberías sentir de esa manera, me digo.

Pero mis emociones no siguen las leyes de la lógica, porque mi intelecto no sabe lo que mi alma está sintiendo.

¿Hay razones para sentir de ese modo?

Son preguntas que escapan a mi mente no puedo sino sentir así.

Pienso en ti, imagino mil historias, mil conversaciones, mil encuentros contigo, mil bromas tontas, mil sonrisas tiernas, mil abrazos llenos de cariño, mil caricias que mitiguen la sed.

Luego intento escoger la mejor para ti y me quedo con la duda de saber si la sonrisa ganadora sería capaz de contagiarte.

Si el abrazo ganador sería capaz de soltarte y acercarte más a mí.

Entonces vuelvo a pensar en ti, en todo el mundo que tú eres y el mundo que llevas dentro de ti, en las maravillas que contienes y el mundo que ahora formas conmigo.

Pienso en ti y te busco en cada rincón, en cada calle, en cada mirada, te veo en mi transitar y tu imagen salta de pronto en cada pareja tomada de la mano, en cada sonrisa regalada, camino buscándote y buscando respuesta... del porque tú me atrapas, me embriagas y me haces vivir.

Pienso en ti y los silencios acuden a mí, me atemoriza tu silencio por lo que podría significar.

Sospecho que estás aburrida, desinteresada.

Me gustas cuando hablas porque sé lo que estás pensando.

Sin embargo…

El silencio puede significar confianza, respeto, reconocimiento de que tú y yo somos iguales.

Este silencio es una afirmación de que ya estamos juntos.

Las palabras pueden significar que quiero convertirte en mi amada y el silencio puede significar que acepto que ya lo eres.

Pienso en ti y quiero que seas capaz de decir cualquier cosa incluso a aquellas que no quieres decir.

Si necesito algo de ti, escucho en tus palabras un sí, un no, un tal vez.

Me distrae la evasiva.

No puedo apreciar cómo eres, ni ver el mundo con tus ojos.
Pienso en ti, y miro hacia atrás el pasado desvaneciéndose poco a poco y el futuro que aún no ha llegado.

Mis deseos por lo tanto deben ser, sólo para y por el presente.

Pienso en ti y una parte de mi quiere escribir, otra quiere teorizar, otra razonar, otra huir, otra esculpir, otra pintar, no puedo evitarlo, lo confieso estoy atrapado pensando solo en ti.

Te conocí en un lugar que no tiene forma ni nombre, ni aromas.

Que solo podemos tocar a través de las palabras con los ojos cerrados.

Nuestro lugar, nuestra hora, nuestra isla, donde solo tú y yo podemos ser libres.

Esta noche está llena de ti, sólo a ti entregada, tómala, siéntela, escúchala, alcánzala.

Pienso en ti en mis sueños, evocando tu imagen bebiéndome de un sorbo tu ausencia y de ti.

Lágrimas…

Lágrimas ruedan por mis mejillas.

Amargas como el dolor de tu ausencia.

Tibias como el calor de tu boca.

Suaves como tus caricias.

Abundantes como los besos de tu boca.

Lágrimas ruedan por mis mejillas.

Y en cada lágrima ruedan tus besos.

Tus recuerdos... tus palabras… tus caricias.

Nuestros sueños… tus promesas.

Todo el amor que un día tú me dieras.

Lágrimas ruedan por mis mejillas.

Cristalinas, transparentes, sinceras.

Como el amor que un día tú me dieras.

Y mezclada con cada lágrima mía.

Rueda la impotencia de no saberte mía.
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