La noche se ha adueñado…

La noche se ha adueñado de todo y esta es la hora en que quiero escribir.

Deseo escribir poniendo mi ser en ello.

Pienso en ti, mis ojos siguen buscando tu imagen que no acaba de llegar, mis oídos te escuchan pero tu voz ya no está.

Por un instante vivo en la nada y eso no me asusta porque tú estás conmigo y mañana estarás otra vez.

Pienso en ti mientras doy vueltas en mí, intentando comprender lo que sientes, lo que nos pasa.

Mi cuerpo agotado se relaja y busca el descanso, pero mi mente sigue trabajando, imaginándote, preguntándose…

¿El por qué?

Pienso en ti, y la ansiedad, el temor acuden a mí.

Salen corriendo de un rincón de mi mente que no quiero mirar, algún pensamiento, alguna imagen que me impulsa a escapar.

Estoy dejando que las palabras escapen que fluyan en libertad, para encontrar la verdad.

Es posible que exista un miedo natural y sano.

Pienso en ti y me doy cuenta que hay una forma de temor que rechazo y al que me resisto a obedecer.

Es aquel que me empuja a actuar contra mis sentimientos.

Mi aspiración es que mis actos y consecuencias reflejen amor y respeto por mí mismo.

Pienso en ti, y me enfrento a mí mismo, no deberías sentir de esa manera, me digo.

Pero mis emociones no siguen las leyes de la lógica, porque mi intelecto no sabe lo que mi alma está sintiendo.

¿Hay razones para sentir de ese modo?

Son preguntas que escapan a mi mente no puedo sino sentir así.

Pienso en ti, imagino mil historias, mil conversaciones, mil encuentros contigo, mil bromas tontas, mil sonrisas tiernas, mil abrazos llenos de cariño, mil caricias que mitiguen la sed.

Luego intento escoger la mejor para ti y me quedo con la duda de saber si la sonrisa ganadora sería capaz de contagiarte.

Si el abrazo ganador sería capaz de soltarte y acercarte más a mí.

Entonces vuelvo a pensar en ti, en todo el mundo que tú eres y el mundo que llevas dentro de ti, en las maravillas que contienes y el mundo que ahora formas conmigo.

Pienso en ti y te busco en cada rincón, en cada calle, en cada mirada, te veo en mi transitar y tu imagen salta de pronto en cada pareja tomada de la mano, en cada sonrisa regalada, camino buscándote y buscando respuesta... del porque tú me atrapas, me embriagas y me haces vivir.

Pienso en ti y los silencios acuden a mí, me atemoriza tu silencio por lo que podría significar.

Sospecho que estás aburrida, desinteresada.

Me gustas cuando hablas porque sé lo que estás pensando.

Sin embargo…

El silencio puede significar confianza, respeto, reconocimiento de que tú y yo somos iguales.

Este silencio es una afirmación de que ya estamos juntos.

Las palabras pueden significar que quiero convertirte en mi amada y el silencio puede significar que acepto que ya lo eres.

Pienso en ti y quiero que seas capaz de decir cualquier cosa incluso a aquellas que no quieres decir.

Si necesito algo de ti, escucho en tus palabras un sí, un no, un tal vez.

Me distrae la evasiva.

No puedo apreciar cómo eres, ni ver el mundo con tus ojos.
Pienso en ti, y miro hacia atrás el pasado desvaneciéndose poco a poco y el futuro que aún no ha llegado.

Mis deseos por lo tanto deben ser, sólo para y por el presente.

Pienso en ti y una parte de mi quiere escribir, otra quiere teorizar, otra razonar, otra huir, otra esculpir, otra pintar, no puedo evitarlo, lo confieso estoy atrapado pensando solo en ti.

Te conocí en un lugar que no tiene forma ni nombre, ni aromas.

Que solo podemos tocar a través de las palabras con los ojos cerrados.

Nuestro lugar, nuestra hora, nuestra isla, donde solo tú y yo podemos ser libres.

Esta noche está llena de ti, sólo a ti entregada, tómala, siéntela, escúchala, alcánzala.

Pienso en ti en mis sueños, evocando tu imagen bebiéndome de un sorbo tu ausencia y de ti.

0 comentarios:

Return top