Qué personalidad tan fuerte…

¡Qué personalidad tan fuerte y atractiva presenta la experiencia!

La experiencia es invaluable, cuando afrontamos y miramos las situaciones adversas, como bendiciones celestiales, que vienen envueltas muchas veces con un papel que no nos gusta y que son enviadas, no sólo para hacer fuerte nuestra alma, sino para expandirla.

Parece tan lejano el día en el que seamos maduros y más prudentes.

Es el aprendizaje de la vida.

Todos apreciamos el valor de la experiencia.

Tenemos la necesidad de acudir a las personas mayores en busca de guía y consejo, pues su conocimiento del mundo, de la vida y de la gente es una fuente invaluable para tomar decisiones.

La experiencia es el conocimiento adquirido en el transcurso de nuestra vida, ayudándonos a tomar mejores decisiones tomando en cuenta, posibilidades y riesgos, aprendemos en la intimidad de nuestro ser, en la familia, con los amigos, a través de la lectura, en el trabajo.

A pesar de todo esto, muchas veces seguimos tomando decisiones a la ligera, cometiendo los mismos errores y cerrando nuestros oídos a los consejos que nos brindan personas con más visión que nosotros.

Aunque la edad es la que aporta experiencia, cada momento de nuestra vida ofrece un nuevo conocimiento y un panorama más amplio sobre cada circunstancia, nuestro pensamiento y actitudes se van modelando paso a paso, dando como resultado la madurez.

La experiencia es conocer a las personas, sus reacciones y las costumbres sociales, es también la paciencia para afrontar las contrariedades, forma una capacidad para analizar con más profundidad los acontecimientos relacionando vivencias pasadas y adecuándolas al presente para emitir juicios más precisos, además de una marcada serenidad para tomar decisiones.

Esto de emitir juicios lo decimos en cuanto que podemos hacer razonamientos lógicos es decir, coherentes, correctos y verdaderos.

A diferencia de otros valores, la experiencia no es fácil de construir de manera activa.

Podría decirse que la experiencia en su forma básica se modela con los golpes de la vida.

Sin embargo…

Sí podemos tener una actitud alerta y vigilante que nos permita sacar el máximo provecho de todas las circunstancias de la vida.

La experiencia es un valor fundamental en muchos aspectos de la vida… con la familia, con la pareja, con los amigos, en el trabajo, en la comunidad, al tomar decisiones sobre la educación de los hijos, al tomar decisiones económicas, etc.

Nuestra vida debe ser una rica variedad de sensaciones, acontecimientos y encuentros, porque la experiencia solo se modela viviendo y aprendiendo.

Es ahí donde tenemos una diferencia fundamental con otros seres vivos.

Los seres humanos no solamente aprendemos de los impulsos directos de nuestros sentidos (calor, frío, dolor etc.), sino que somos capaces de analizar la información y generar nuevas alternativas.

El vivir la vida con profundidad y un esfuerzo por aprender de ella genera una percepción más exacta de la realidad y en esa medida podemos darle su justa medida a todo.

La experiencia nos ayuda a percibir la realidad como es, no como nosotros queremos que sea.

Y esa percepción más exacta de la realidad nos lleva a tomar mejores decisiones, a no ser injustos, ególatras, a medir más nuestros impulsos egoístas, sobre todo, a educarlos y encausarlos.

La experiencia y la prudencia van tomadas de la mano.

Vas a escuchar algunos medios que puedes poner en práctica, para aprender más de la vida y enriquecer tu experiencia.

Analiza tus decisiones pasadas y futuras, no sólo las más importantes y trascendentes como la elección de tu vocación, de estudios profesionales, del tipo de trabajo en donde crees que puedes dar lo mejor de ti y experimentarte feliz, a pesar de que algunas veces puedas experimentarlo difícil, si decides casarte o tener un hijo, iniciar una empresa por tu cuenta sino también aquellas decisiones aparentemente sin importancia que trajeron grandes resultados a tu vida.

Comprende y acepta, que necesitas ser humilde y estar abierto, para querer aprender de los demás.

A veces nos empeñamos en no escuchar un consejo porque las alternativas que nos proponen no están de acuerdo al gusto que nos estimula en el momento.

Así que no puedes aferrarte a una idea, cuando varias personas coinciden en hacerte notar el error (sobre todo si por edad, parentesco o alta calidad moral, su punto de vista es particularmente valioso).

Necesitarás tener apertura a la opinión ajena y ser honesto contigo mismo para rectificar, pues tarde o temprano te darás cuenta de cuanta razón tenían.

Al tomar una decisión, comenzar un trabajo, iniciar un negocio o adquirir un compromiso, necesitarás asumirlo con todas sus consecuencias, sin escatimar esfuerzos ni abandonarlo a las primeras contrariedades, sólo así estarás en condiciones de conocer realmente tus capacidades y posibilidades.

¿No es verdad, que las cosas que más trabajo te han costado, son las que más has valorado?

Quienes más esfuerzo han realizado a través de los años, se encuentran en mejores posibilidades de alcanzar objetivos más altos, más planificantes… pues la experiencia nos ayuda a plantearnos metas reales y accesibles a nuestra persona, con grandes posibilidades de éxito.

Necesitarás también, afrontar con valor y serenidad, las consecuencias de tus actos, sin buscar pretextos o excusas.

Al esconderte para esperar que las cosas se solucionen por sí mismas, pierdes la oportunidad de conocer la gravedad y magnitud de lo cometido.

Lo cierto es que aprendes más de un error y de un fracaso, que de un puñado de éxitos, aunque esto que dije, no debe servirte de disculpa cada vez que te equivoques.

Aprende a comprender y a tratar a los demás observando como lo hacen aquellas personas que siempre saben que hacer y que decir en las más diversas circunstancias.

Escucha con paciencia, controla la molestia y el disgusto, nunca pidas u ordenes bruscamente nada, es decir, que tu trato sea cortés, amable y siempre di “por favor” y “gracias”, no levantes el tono de voz innecesariamente, pregunta con educación, lo que no sabes.

Aquí viste, algunas de las características que pueden ennoblecer tu personalidad, fruto de un continuo acercamiento a tus semejantes, logrando -con la gracia del Señor esa libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Cristo te dio libertad para que seas libre, por eso, necesitas mantenerte firme en esa libertad que da la fe, la esperanza y el amor.

¡Qué personalidad tan hermosa, fuerte y atractiva presenta la experiencia de Jesús el Señor!

Y hoy, aquí y ahora, podría parecerte tan lejano el día en el que puedas convertirte, por lo menos, en algo semejante.

¿Sabes?

No tienes porque esperar a que el tiempo pase y la experiencia llegue a ti como una lógica consecuencia, no, simplemente, comienza a tomar conciencia, pensar y reflexionar sobre todo lo que ocurre a tu alrededor, propio o ajeno, para que puedas formarte un criterio único, especial y coherente.

Pero definamos qué es la madurez.

Podríamos decir que es una cualidad del ser humano que expresa una elevada perfección humana.

¿Cómo se consigue esa perfección humana?

Pues mediante la repetición de buenas acciones es decir, poniendo en práctica la fe, la esperanza, el amor que encierra la humildad, la obediencia, la alegría el optimismo, el respeto, la responsabilidad, la bondad, la compasión infinita.

Al repetir un hábito bueno, una acción buena que brota de una intención limpia, pura, se adquiere la actitud de vida cristiana, se adquiere lo que la espiritualidad llama “virtudes humanas” que te brindan la facilidad y la naturalidad en obrar acertadamente es decir, con madurez.

¿Qué hábitos o virtudes son más destacables en la madurez?

En la perfección humana todas las virtudes son importantes y ninguna debería faltar.

Por ejemplo… si hay madurez, se soportan las dificultades con entereza poniéndose en práctica la fortaleza, la reciedumbre, la paciencia, la tenacidad, la perseverancia.

La persona madura sabe dominar su propio cuerpo y no es esclava de sus caprichos por eso pone en práctica con la ayuda del Señor Dios, la templanza, la castidad, la sobriedad, la limpieza de corazón.

La prudencia, la reflexión y el consejo son cualidades que dejan notar más, la madurez, pero tendrás que tener en cuenta que la prudencia no la confundas con indecisión ni egoísmo.

La madurez incluye un ejercicio responsable de la libertad, reconociendo y reparando los errores y sus consecuencias, para ello necesitarás la sinceridad, el mirar con realismo y el obrar con responsabilidad.

Una persona madura sirve a los demás, huye del egoísmo y por eso trata con la gracia del Señor, de amar siempre, incondicionalmente, sin hacer exclusivismos o excepciones, sí, la generosidad que no calcula, que no razona, es signo inequívoco de madurez.

Alguien podría decir…

- Oye, pero todo esto está muy difícil.

Primero permíteme decirte que no te programes mentalmente de esta manera, porque de lo contrario, si insistes en pensar así, claro que se te hará muy difícil.

Tienes la gracia del Señor, tienes los dones, las virtudes en germen, sólo falta que quieras ponerlas en práctica, también puedes procurar la amistad de personas virtuosas es decir, que busquen el bien, el ser mejor cada día.

Recuerda, tienes la ayuda del Señor, pero necesitarás esforzarte, desearlo querer ser maduro, cada día, cada paso, pues los pequeños intentos repetido, logran las grandes empresas.

¿Por dónde empezar?

Cada persona deberá prestar mayor atención a una virtud u otra teniendo en cuenta lo que se necesita en el momento concreto.

En general, para crecer en madurez se pueden recomendar dos cosas resumiendo mucho, escucha bien…

Esfuérzate en un trabajo serio, responsable, constante, bien hecho.

¿Sabes?

Una persona trabajadora desarrolla muchas virtudes a la vez… honradez, responsabilidad, alegría, optimismo, orden etc.

Reconoce tus fallas ante ti mismo y ante los demás, pues esto, es un ejercicio de sinceridad, realismo y responsabilidad.

Sí, reconoce tus errores corrígelos y pide perdón siempre, de esta manera estarás poniendo a caminar la humildad, la sencillez, la verdad.

La madurez se alcanza a base de repetir buenas acciones, en cambio, cada acto de egoísmo, es un acto en dirección contraria que inclina la voluntad hacia el mal.

¿Madurez es lo mismo que santidad?

Normalmente la madurez se entiende sólo como perfección humana natural, mientras que la santidad equivale a la madurez humana y sobrenatural.

La santidad es la puesta en práctica de las virtudes humanas y sobrenaturales imitando a Cristo, perfecto Dios y perfecto hombre.

Y la madurez…

¿Depende de la edad?

Un poco sí, pues las personas excesivamente jóvenes no han tenido tiempo de consolidar esos buenos hábitos o virtudes.

Sin embargo…

Lo decisivo no es la edad sino el esfuerzo continuo por llevar una vida recta, una vida ejemplar.

¿Es posible la madurez en los niños?

Se puede hablar de madurez infantil cuando los niños ejercitan las virtudes propias de la madurez del modo adecuado a su edad.

Por ejemplo, un niño así jugará mucho, pero también cumplirá responsablemente sus tareas, le gustarán los dulces, pero no será caprichoso, meterá la pata, pero sabrá reconocerlo, le gustará ayudar y servir a los demás, aunque su aportación sea limitada.

¿En los mayores siempre hay madurez?

Las personas mayores han alcanzado la madurez física, biológica, pero esta madurez no es la principal… hay adultos irresponsables, egoístas, imprudentes, con falta de sobriedad, humildad y fortaleza y en estos casos no puede decirse que posean la perfección humana propia de la madurez.

Desde luego también hay personas mayores cuyas virtudes superan en mucho a sus pequeños defectos.

¿Y la madurez en la adolescencia?

Obviamente si en la infancia puede hablarse de cierta madurez, con mayor motivo en la adolescencia.

Y en sentido contrario si hay adultos inmaduros, también los hay adolescentes.

En general, habrá madurez en la adolescencia cuando el joven ejercita las virtudes propias de la madurez del modo adecuado a su edad.

En cambio la inmadurez típica de estas edades consiste en reclamar derechos de adulto en lo que todavía es joven y actuar infantilmente donde ya se es mayor.

Escucha algunos ejemplos de inmadurez en la adolescencia cuando se cree que se es mayor donde todavía no es, hay varios ejemplos que reflejan la llamada edad del pavo.

La rebeldía y falta de respeto hacia los padres, reclamando independencia como si no se necesitara de ellos.

La exigencia de derechos y libertades, cuando aún se carece de responsabilidad para cumplir los propios deberes.

En el aspecto de comportamiento infantil la inmadurez se puede apreciar en el afán excesivo por divertirse, cuando la edad de jugar ha terminado y el juego debe ir dejando paso al trabajo responsable y la pretensión de conseguir las cosas sin esfuerzo, como les pasa a los niños.

¿Por qué es muestra de inmadurez enfrentarse a los adultos?

La auténtica madurez no necesita de rebeldías, ni de faltas de respeto, ni reclama más libertades.

Una persona mayor no necesita de estas cosas para sentirse mayor y los que le rodean reconocen su madurez sin esos comportamientos.

Escucha estos ejemplos de madurez en la adolescencia...

Aunque sus aportaciones a la sociedad sean aún reducidas, la madurez de un adolescente se muestra cuando… es trabajador y responsable con sus deberes, cuando es servicial e interesado por ayudar a los demás, cuando es constante en sus esfuerzos y cuando escucha y agradece los consejos.

* Madurez en el amor.

¿Para amar es necesario un grado de madurez?

Sí, pues generalmente decimos que amamos a quien desea nuestro bien, en cambio el verdadero amor exige que el egoísmo sea reducido y esto es una característica clara de madurez.

¿El divorcio tiene que ver con la madurez?

El divorcio y los problemas matrimoniales se relacionan directamente con la falta de madurez en el amor.

La irresponsabilidad y el permanecer atados a vicios o heridas que hacen reaccionar agresivo o neurótico a alguno de los cónyuges o los dos, es un signo de inmadurez inequívoco.

El egoísmo e incomprensión, la falta de aguante y de lealtad y fidelidad a sí mismos y al otro, son muestras de escasa madurez y a la vez causan problemas matrimoniales.

¿Hay un modo rápido de crecer en madurez?

La madurez se alcanza con mayor rapidez a base de saber sobrellevar y tratar de sanar diariamente en oración y en conciencia -con la gracia del Señor- las heridas recibidas en la infancia de rechazo, abandono, humillación, traición e injusticia.

Cuando la pareja es consiente de que se necesita luchar, crecer, trabajar interiormente para ser mejores seres humanos cada día, las diferencias de carácter y en general, todas las diferencias se irán superando haciendo que el amor crezca cada día y se purifique el corazón del egoísmo.

¿El uso del sexo influye en la madurez?

El sexo influye en la madurez de varios modos… quien domina las apetencias sexuales, reservando el uso del sexo para después de la boda, muestra un buen grado de madurez.

Quien se deja llevar por los gustos sexuales, muchas veces impulsados por alguna herida como la traición, buscando principalmente el amor no recibido en su infancia, aumenta su egoísmo y empeora su madurez.

Madurez, pues, es la habilidad de controlar y encausar la ira y resolver las diferencias sin violencia o destrucción, es paciencia, voluntad de posponer una relación por ejemplo entre casados o personas de tu mismo sexo, o un grito o un golpe, en favor de un beneficio a largo plazo.

Madurez es perseverancia, es habilidad de sacar adelante un proyecto o una situación a pesar de fuerte oposición y retrocesos decepcionantes, es la capacidad de encarar disgustos y frustraciones, incomodidades y derrotas, sin queja ni abatimiento.

Madurez es humildad, es ser suficientemente grande para decir me equivoqué y cuando se está en lo correcto la persona madura no necesita experimentar la satisfacción de decir…

- Te lo dije.

Madurez es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla.

Las personas inmaduras pasan la vida explorando posibilidades para al fin no hacer nada.

Madurez significa confiabilidad, mantener la propia palabra, superar la crisis.

Las personas inmaduras son maestras de la excusa, son los confusos y desorganizados.

Sus vidas son una confusión de promesas rotas, amigos perdidos, asuntos inconclusos y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad.

Cuando echamos un vistazo a nuestro mundo actual, nos damos cuenta que no habíamos tenido tanta necesidad de madurez como ahora y a la vez, parece que no habíamos asistido a un cultivo tan intenso y universal de infantilismo, pues lo estamos viendo a cada paso, en nuestra vida diaria…en nuestras comunidades, familias, sociedad…

Los signos de inmadurez que he enlistado, espero que te sirvan de reflexión, de manera que sea un estímulo grande para obrar de manera contraria es decir, desde la madurez cristiana, sabiéndote siempre sostenido, por la gracia del Señor Dios.

Estos signos de inmadurez son… inseguridad, aferrarse a lo físico, (a la salud, a alguna comida o a algún deporte), pérdida de interés por el trabajo a causa de alguna contrariedad o dificultad, retroceso en los proyectos personales, si eres adulto, sientes envidia de quien es joven aún, infantilismo, compensaciones falsas como el alcohol, droga, cigarrillo, excesiva televisión o excesivo uso del internet, mostrar cansancio no por malestar físico sino por no estar acostumbrado a trabajar, ideas obsesivas, fragmentación de la personalidad es decir, mostrar cambios constantes, contradicciones, desorden interior, tomar lo provisional como definitivo, volverse calculador, mostrar que no hay claridad de principios y valores guías, mostrar ese espíritu de “ojalatería”, es decir, ojalá no tuviera esta profesión, ojalá fuera esto o aquello…, pensar más en sí mismo que en los demás, ausencia de identidad personal, incoherencia entre lo que se quiere y lo que se hace, intolerancia, falta de equilibrio mental, emocional.

Ahora, pon mucha atención a estos signos de madurez que siguen… seguridad en lo que se hace y se quiere, capacidad de trabajo intenso y constante, aspirar a más afán de emprender, satisfacción y gusto, es decir, sentirse realizado, feliz en medio de las luchas normales de la vida, tener ideales vigentes, dar trascendencia a lo cotidiano, vivir siempre más allá de lo inmediato, tomar lo provisional como provisional, no conformismo, aceptar el cambio, sea físico, psíquico o espiritual, aceptar las limitaciones propias y ajenas, no pedir a los demás más de lo que razonablemente se puede, no transigir en lo esencial, confianza en sí mismo, capacidad de riesgo, pensar más en los otros que en sí mismo, responsabilidad capaz de abnegación, saber decir no cuando se tiene que decir no, identidad muy definida, unidad y coherencia de vida, convivir, comprender, tolerar, servir.

Así pues, hemos visto que la madurez, no depende de la edad ni de los conocimientos, talentos, habilidades o capacidades personales, ni de lo que se hace en cuanto a la actividad profesional.

Es más bien una amalgama donde entran varias dimensiones… intelectual, afectiva, emocional, de relación, etc.

Además, hay diferentes grados de madurez.

Lo único claro es que designa un estado de vida lograda, de plenitud, a la que todos aspiramos y en una buena medida, que los demás esperan también de nosotros.

Estamos llamados a ser maduros, tenemos la gracia, nunca lo dudemos.

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