Todos deseamos ser felices…

Todos deseamos ser felices y vivir una vida plena y en perfecto equilibrio.

No obstante, para la gran mayoría de nosotros este balance parece ser algo imposible de alcanzar.

Parecería que no pudiéramos equilibrar nuestra vida familiar con nuestras metas profesionales o nuestras ambiciones financieras con nuestras metas espirituales.

A veces pensaríamos que no se puede balancear ni nuestra dieta, ni nuestras relaciones, ni nuestra cuenta bancaria.

Así que hemos terminado por aceptar que quizás este equilibrio es imposible de lograr.

Nos escudamos tras el viejo paradigma que nos advierte que… nada es completo en la vida, que todo triunfo en cualquier área de nuestra vida seguramente vendrá acompañando por un gran sacrifico en otra, ya que es imposible tener todo lo que se quiere.

Mi respuesta a esta propuesta pesimista de vida es la misma que Abraham Lincoln diera cuando advertía que toda persona es tan feliz como se propone serlo.

Todos y cada uno de nosotros tenemos más control sobre nuestra vida del que creemos tener.

Es posible convertirnos en el tipo de ser integral que experimente una vida de plenitud y armonía.

Esto no sólo es posible, sino que es la vida a la cual todos tenemos derecho.

Todos podemos diseñar una vida de armonía entre las diferentes facetas de nuestro ser.

La pregunta es…

¿Cómo lograrlo?

Y la respuesta es igualmente sencilla.

El primer paso es aceptar un 100% de la responsabilidad por nuestro éxito.

Es fácil racionalizar nuestra mediocridad y encontrar culpables por nuestros fracasos, si de antemano hemos aceptado que la responsabilidad por nuestro éxito y felicidad personal no es enteramente nuestra.

El segundo paso consiste en asegurarnos que en nuestro proceso de fijar metas a corto y largo plazo, tengamos presente no descuidar ninguna de las múltiples facetas de nuestra vida.

El éxito profesional, por ejemplo, es de poco valor si lo obtenemos a costa de nuestra salud o si crea un distanciamiento entre nosotros y nuestros seres queridos.

Cuando nos dispongamos a fijar metas y desarrollar nuestro plan de acción debemos sentar metas profesionales, familiares, metas para nuestro crecimiento intelectual y espiritual, metas que respondan a nuestras necesidades de esparcimiento y diversión, metas que nos ayuden a mejorar y mantener una buena salud y un buen estado físico y metas financieras.

Imagínate por un momento que tu mente es como una gran empresa, una planta generadora de ideas, sueños y metas.

Si desarrollas un plan de éxito teniendo en cuenta las múltiples necesidades de tu ser, habrá armonía en tu vida y verás como es posible alcanzar que estas individualidades cooperen y trabajen juntas proveyéndote las herramientas, la energía y la visión que te permitan vivir una vida plena y feliz.

Verás como es posible triunfar profesionalmente sin tener que sacrificar la relación con tu esposa o con tus hijos.

Lograrás erradicar de tu vida aquella vieja creencia que te había condicionado a aceptar que si deseabas triunfar, debías trabajar duramente, olvidándote de tu recreación y hasta de tu salud.

Descubrirás que contrario a lo que muchos piensan, es posible mantener un balance entre lo material y lo espiritual.

Así que ignora a quienes profesan que es imposible hacerlo todo.

El lograr una vida balanceada, no sólo es posible, sino que debe ser la meta más importante de cada persona que verdaderamente desee ser feliz.

Hay una forma de iniciar tu plan de acción para que todo esto se cristalice en tu vida.

Inicia ya tu crecimiento personal y no esperes más.

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