Qué tanto hemos venido…

¿Qué tanto hemos venido trabajando en pro de perfeccionarnos?

¿Qué tanto nos hemos detenido a autoanalizarnos sobre nuestras imperfecciones, debilidades?

¿Qué hemos estado haciendo al respecto?

¿Qué nos impide el tratar de ser cada vez mejores?

Serían preguntas que nos ayudan a evaluar la realidad de nuestras acciones, comportamiento en pro del perfeccionamiento de cada uno de nosotros.

Tengamos presente… vida triste la que no tiene un ideal, la existencia sin aspiración a algo más elevado, bello y grande es una cosa bien triste y es casi imposible de concebir que pudiera existir.

¿Quien no aspira a mejorar su situación actual?

Lo importante es saber dar a esta aspiración existente en todo ser humano, la verdadera situación, conviene señalar la verdadera meta para evita falsos rumbos y no gastar nuestros esfuerzos sino en la verdadera dirección, cabe preguntarse entonces…

¿Cuál es el verdadero ideal?

¿Cuál es la meta a la queremos dirigir nuestros esfuerzos y no equivocar los rumbos?

El verdadero ideal es la perfección, su resultado es ser perfecto.

Día a día se debe trabajar en pro de nuestra perfección, al respecto, te has preocupado por ser mejor cada día en esta corta existencia, de acuerdo a tu actuación en los escenarios que te toca participar y que tú mismo has seleccionado, qué también lo has hecho, de que manera perfecta que no le ha originado daño a nadie.

Considera que la perfección a la que debemos aspirar consiste en el pleno desarrollo, equilibrio y dominio armonioso de la naturaleza del hombre, que esta compuesta de tres partes… la física, la emocional y la mental, porque las emociones y los pensamientos habituales forman parte de un sentido muy real del ser corporal humano, desde que muchas veces se impone sin que sea la intención del hombre mismo.

No obstante el hombre es un ser social viviente, que tiene sentimientos que debe saber controlar, ideas y voluntades propias, libre albedrío y que debe ser capaz de ejercitarlo, empleando su naturaleza trina en los propósitos surgidos de dentro de si mismo, debe controlar su cuerpo, sus deseos, pasiones, emociones y pensamientos, porque sino los bienes, lo material, las ilusiones, las pasiones e influencias lo esclavizan, le originan dolor, a menos que el hombre tenga pleno dominio de si mismo.

Debemos adquirir el propio control sobre nuestro cuerpo, emociones y pensamientos, entonces, nos encontraremos capaces de afrontar las grandes cosas sin que se merme nuestro poder, ni nuestra felicidad, porque la falta del propio control es la verdadera causa de las tantas miserias que nos agobian.

Basta que observemos a las personas que nos rodean y a nosotros mismos y encontraremos cuán poco dominio mantenemos sobre nuestro cuerpo físico, cuántos movimientos y gestos no controlamos.

Cuántas energías gastadas inútilmente.

Debemos conservar nuestro cuerpo en buenas condiciones, mantenerlo escrupulosamente limpio, darle aliento puro y en cantidades razonables, sin caer en la extravagancia, ser demasiado indulgente en el comer y en el beber, trabajar sin estrés, equilibradamente, sin tensión sin vivir de prisa.

El gran éxito, como la desgracia, puede causar problemas.

El éxito que promueve el ego puede hacerte perder el camino.

No te demores en tu ego y descubrirás tu alma.

Evita los actos orgullosos y tu trabajo perdurará.

Si no compites nadie en la tierra competirá contigo.

La paz verdadera se logra centrándote y mezclándote con la vida.

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