Soñé y te vi llorar en mis brazos.
Me abrazabas con fuerza buscando en mí un apoyo.
Tu cabeza recostada en mi hombro.
Tus manos acariciando mis cabellos.
Y las lágrimas corrían generosas por tus mejillas.
Nada decías.
Te miraba a los ojos y éstos tristes, ausentes y desconsolados gemían.
Al fin pude responder a tu abrazo pero nada te dije pues ninguna de las frases que pasaban por mi mente hubiera podido darte el consuelo que querías.
Ceñí tu cintura mientras te miraba a los ojos.
Luego acaricié tus mejillas tratando de secar tu rostro pero las lágrimas humedecieron mis manos.
Solamente se me ocurrió esperar a que el llanto te abandonase para poder escuchar tu voz y no tus lamentos.
Me senté y tú te reclinaste en mi regazo.
Nos estrechábamos las manos y nos mirábamos intensamente a los ojos.
Poco a poco y entre caricias desaparecieron tus lágrimas y sollozos.
Suavemente te levantaste buscando mis labios...
Cerramos nuestros ojos y nos hundimos en aquel profundo beso que compartimos.
Desperté y al ver la soledad que me rodeaba, advertí que me había quedado dormido mientras oraba sobre tu tumba...
Comprendí entonces... que mi sueño, era tu despedida.
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