Aquí estoy, dulce princesita…

Aquí estoy.

Como siempre.

Pensando en ti.

Y me pregunto hoy, al igual que todas las noches.

¿Por qué no estás a mi lado?

Falta en mi vida… tú presencia.

Tu sonrisa.

Tu caricia.

Tu cuerpo.

Tu olor.

Solo tengo tu sombra.

Tu recuerdo.

El recuerdo de lo que somos.

Te encuentro en cada pensamiento.

Y aunque no lo creas.

Te respiro a cada segundo.

¿Por qué?

Porque vives en mí.

Te llevo dentro de mi piel.

Ésta que quisiera arrancar de tajo para no sentir el amargo dolor que me deja tu ausencia.

Y ahora dime…

¿Cómo haces tú?

¿Cómo haces para tener siempre en la boca esa sonrisa?

Porque yo te veo en cada cosa que miro.

En la sonrisa del niño.

En el sol que me despierta cada mañana.

En el cereal que desayuno.

En el pavimento que contemplo mientras camino.

A cada paso.

En cada paso que di ayer.

En el que doy hoy y en el que daré mañana.

Porque eres parte fundamental de mí ser.

De la persona que soy y de la que quiero ser para ti.

Hasta que de una vez por todas te des cuenta de que me necesitas.

Que me quieres.

Porque eso quiero.

Que me ames.

Que me sueñes.

Que me respires a cada segundo.

Quiero ser tu aire.

La sombra que te sigue a cada momento.

La que mira cada uno de tus movimientos y no sólo ese deseo carnal.

No, no eres un capricho.

Ni un producto de esta imaginación desbordada que me lleva siempre a ti.

Sin importar que camino.

Siempre a ti.

A todo lo que tú eres para mí y simbolizas en mí.

Quisiera que te dieras cuenta de que dependo de ti.

Que al conocerte pasé de ser un ser independiente a ser un ser dependiente de lo que tú dices.

De lo que tú quieres.

De lo que tú ansias.

De ser un ser racional a uno irracional.

Esta noche me he propuesto escalar en tu horizonte.

Entrar en tus sueños e hilvanar una nueva fantasía en la que el único mundo que quieras sea el que encuentres a mi lado.

Al lado de este hombre que tanto te ama.

Que te ansia siempre.

Que te espera y que te desea a cada momento.

Te conozco tanto que…

Sé las cosas que forman parte de esa cotidianidad que compartes conmigo en los instantes en que estamos juntos.

Los que compartimos cuando tú así lo deseas.

De qué lado te gusta dormir.

Y que cuando despiertas sólo quieres ir a trabajar.

A llenar tu vida de tantas cosas materiales que un amor como el mío no puede, ni podrá, comprar jamás.

Y es que tu mundo y el mío son tan raramente diferentes.

Porque tu mundo eres tú, y mi mundo eres tú.

¿Cuándo iba a imaginarme yo que podría querer a un personaje como tú de semejante manera?

Eso eres…

Un personaje que ha entrado en esta historia de la que ni siquiera yo conozco cual será el final.

De la que ojalá algún día pueda resolver y encontrar el final de esta razón que extrañamente me ata a ti y constantemente y a cada momento me mata.

Porque te quiero.

Te amo y te necesito.

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