Bebí el amor de su boca ardiente.
En sus ojos me vi y vi el universo.
Me envolvió en sus brazos.
Sentí el mundo a mis pies.
Completamente desvanecerse.
Entre besos y caricias.
Fuimos un solo cuerpo.
Suave música se anidaban en nuestros oídos.
Ella me decía eres el hombre de mis sueños.
Y yo le decía yo te amo amor de mi vida.
Lágrimas de dicha recorrían mis mejillas.
Ella bebía mi llanto.
Y sus manos mi rostro acariciaban.
Luego todo fue tan hermoso.
Tan intimo, tan dulce, tan tierno, tan nuestro.
Fue una entrega ardiente total y sin límites.
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