Nos corresponde a cada uno…

Nos corresponde a cada uno de nosotros estar atento en la forma como nos interrelacionamos, como manejamos, cultivamos nuestras virtudes, trabajar en pro de nuestro crecimiento a fin de alcanzar una buena calidad de vida mientras permanecemos en este plano.

En este escrito se exponen algunas sugerencias que nos aportan quienes se han preocupado por alcanzar un buen crecimiento y gracias a sus experiencias que nos legan podemos adentrarnos en el alcance de una buena calidad humana.

Afortunadamente hay personas que no solamente se han preocupado por su crecimiento personal, sino que nos legan sus experiencias, nos sugieren aspectos que no podemos descuidar en nuestro crecimiento, nos recomienda que tengamos presente, que nunca nos dejemos avasallar por el fracaso, por el no logro de objetivos que nos hemos propuesto alcanzar y así nos indica…

Fracaso no significa que somos unos fracasados.

Significa que todavía no hemos tenido un buen éxito.

Fracaso no significa que no hemos logrado nada.

Significa que sí hemos aprendido algo.

Fracaso no significa que hemos actuado como necios.

Significa que sí hemos tenido mucha fe.

Fracaso no significa que hemos sufrido el descrédito.

Significa que sí estuvimos dispuestos a probar.

Fracaso no significa falta de capacidad.

Significa que debemos hacer las cosas de distinta manera.

Fracaso no significa que somos inferiores.

Significa que aún no somos perfectos.

Fracaso no significa que hemos perdido nuestra existencia.

Significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.

También se nos recuerda que tratemos de cumplir con el código de cortesía que nos indica…

1. Aprender y saber escuchar.
2. Agradecer y ser amable al escuchar.
3. Evitar discutir y simplemente atender y escuchar.
4. Estar continuamente con disposición a sonreír.
5. Dar el trato a otros que quiere para sí, o a los suyos.
6. Pedir siempre “por favor”.
7. Autodominarse ante las dificultades.
8. Respetar si pretendemos que nos respeten.
9. Procurar aguardar pacientemente.
10. Recuerde dar las gracias, siempre.

Si la educación se concibe como una ayuda al desarrollo integral de la persona, su finalidad última es aportar calidad humana.

Esta meta es la que confiere su particular dignidad a toda tarea educativa y tanto más cuanto se ejerza en su más alto nivel, como es el caso de la formación universitaria.

Por eso, el principal beneficio que un profesor puede aportar a sus alumnos estriba en descubrirle metas que valgan la pena.

Esos fines serán los que le muevan a esforzarse por adquirir las capacidades precisas para alcanzarlos.

Con todo, esas grandes metas no siempre están en el ambiente, ni son siempre fáciles de descubrir.

Incluso si se habla de ellas, a menudo queda oculto su atractivo.

Por eso la educación, si pretende el desarrollo de todas las potencialidades humanas, debe tener como objetivo ayudar a descubrir los grandes ideales que dotan de pleno sentido a la propia actividad y que justifican y motivan a desarrollar las capacidades recibidas.

Ayudar a descubrir metas es en suma, aportar calidad humana.

Y este objetivo no sólo es valioso.

Resulta, además, particularmente necesario y urgente hoy en día, cuando la cultura del éxito profesional ocupa precariamente un vacío de grandes ideales.

En la medida en que mejor se enfoque este aspecto, tanto más se puede calibrar el valor propio de la formación que la Universidad Nacional Autónoma del Carmen procura impartir.

Pienso que en las circunstancias, esa orientación no sólo profesional, sino de la entera vida a grandes metas, es quizás, su principal y más específica aportación al ámbito educativo.

La calidad humana constituye el fin de la educación porque ésta se propone lograr la mejora de cada hombre precisamente en lo que tiene de más propio y personal.

Otras actividades mejoran lo que el hombre tiene o aquello de lo que puede disponer.

Pero el objetivo de la educación es más alto, porque su mejora atañe al hombre mismo.

La educación no lleva a tener más, sino a ser más.

Su beneficio específico queda en el ámbito de la intimidad personal, no en el de las cosas que emplea ni en el de los servicios de que disfruta.

En esta diferencia radica el peculiar atractivo de las instituciones educativas.

Debemos incentivar a quienes están involucrados en la docencia a que los alumnos se preocupen sobre la importancia de cultivar y mantener dinámica su cualidad humana en pro de su crecimiento.

Hoy en día el hombre es incapaz de tomar conciencia de su verdadera naturaleza porque él le está dando importancia únicamente a la forma física.

Él ha perdido su facultad de razonamiento.

Puesto que se llama un ser humano, es su deber tomar conciencia de la singularidad de la cualidad de humano.

Una persona no puede llamarse un ser humano en la sola base de su nacimiento y calificaciones educativas.

En realidad, la verdadera humanidad no puede encontrarse en los grados académicos.

Hasta a los pájaros y las bestias se les puede enseñar algunos trucos maravillosos imitando a los seres humanos.

No es un crédito para un ser humano el derivar satisfacción de la sola retórica vacía, citando escrituras y relacionando con los demás.

La verdadera humanidad consiste en prácticas ideales en la propia vida y dando un ejemplo a los demás.

El hombre no tiene autoridad para enseñar ideales a los demás sin primero ponerlos en práctica él mismo.

Hay un inmenso poder divino en los seres humanos.

El hombre no es un sencillo ser que ha asumido un cuerpo humano.

Él está provisto de sabiduría superior, conciencia integrada constante y conocimiento discriminatorio.

Por lo tanto, se espera que canalice estas formas superiores de conocimiento por el camino correcto.

Finalmente, esto le permitirá a la persona ser grandemente beneficiada e iluminada.

Debe primero concientizar la importancia del término “cualidad humana”.

La cualidad humana emerge del propio ser de uno.

No puede adquirirse leyendo libros de texto o escuchando a otros.

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