En los abismos del alma…

En los abismos del alma, en las entrañas profundas.

Se refugian alimañas grotescas y nauseabundas.

Se alimentan de miserias y sensaciones inmundas.

La naturaleza humana tiene ahí su cara oculta.

En una atmósfera malsana y al descubrirla.

Resulta que la presunción es vana de virtud, en gente adulta.

Son tan complejas la mente y la personalidad.

Que conviven la maldad y la cualidad latente.

En dualidad evidente de un egoísmo estridente y una auténtica bondad.

No hay hombres “buenos” o “malos”.

Hay hombres y nada más.

Somos los seres humanos una mezcla contumaz de mil aspectos profanos y un espíritu veraz.

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