En el letargo de la noche…

En el letargo de la noche el silencio se hace eterno y los pensamientos se hacen canción.

La mente se llena de pensamientos e ilusiones y las esperanzas emanan como fuente en el corazón.

En la oscuridad las sombras adquieren forma y moldean siluetas que tan sólo se perciben con los ojos del alma.

Líneas en la oscuridad que por instantes se deslizan como olas y se envuelven sobre el vacío.

Líneas en la oscuridad que por instantes caen hacia un fondo interminable como hilos infinitos y me envuelven como lluvia deslizándose sobre la superficie de mi cuerpo.

Líneas que se envuelven en mis manos y me entregan los recuerdos de tu pelo refugiándose en las yemas de mis dedos.

Y allí, en donde los sueños se funden con los pensamientos.

Cuando la expresión de las ideas latentes y los deseos nacen juntos y se hacen realidad.

Allí llega tu recuerdo hasta mi mente.

Allí te tocó y te tengo nuevamente entre mis brazos.

Allí nuevamente memorizo cada una de las líneas de tu rostro.

Y navego nuevamente en las mieles de tus ojos.

El silencio se rompe con el eco de una risa de niña que se escapa de un rostro que aunque quiera mantenerse sobrio no puede contener los destellos de luz de un alma que vuela más allá del mismo cielo, un alma que corre libremente por los senderos que para la razón parecen prohibidos.

Hasta que llega el alba recuerdo, sueño, o tal vez alucino con cada una de tus palabras.

Con cada uno de los minutos que logre robar a tu vida y que hacen diferente la mía.

Las horas pasan recordando nuevamente cada uno de los segundos que aprisioné tus manos entre las mías.

Cada instante en que mis labios rozaron la piel de tus dedos y mis dedos se fundieron en las ondas de tu pelo.

En la oscuridad puedo recordar una y otra vez cada una de las sonrisas que logré poner en tu rostro.

Puedo recordarlas interminablemente hasta hacerlas melodía infinita.

En la noche esas horas que estando contigo se hicieron segundos ahora parecen eternas.

Tratando de plasmar los contornos de tu rostro he permitido que mis manos liberaran los sentimientos que tus ojos han cultivado en mí.

Permití que el lápiz se deslizará incontrolablemente sobre el papel y dejará a su paso rastros de carbón que se conjugan de forma incoherente.

Rastros de carbón que en ocasiones parecen una tormenta y en otras el suave roce de la brisa sobre mi cabeza.

Recordando cada una de las líneas de tu cuerpo y de tu rostro pierdo el sentido de la realidad y mis manos tan sólo son capaces de expresar infinitos sentimientos de alegría y de ternura.

Y el lápiz puede ser rayo de luz que atraviesa la lluvia y dibuja un arcoíris sobre el cielo.

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