Cuando te miré por primera vez no sabía que decir, que pensar, ni mucho menos sabía que sentir.
No sé cómo…
Pero me enamoré de ti, antes de verte, antes de tocarte, después al tenerte tan cerca de mí, me enamoré mas de ti.
Me gustó como me hacías sentir tan completo, tan seguro, pero te fuiste tan rápido.
Me dejaste en soledad.
Solo tu voz me daba felicidad, al escuchar esas palabras que día a día desaparecieron.
Pero en mi corazón siempre estuvieron, más eso no me bastó.
Necesitaba escucharlas de ti.
Quizás en tu corazón dejaron de existir.
Quizás el destino o la distancia.
No lo sé.
Más todo terminó y quizás nunca volverás.
¿Fue mi culpa?
Sí…
Soy una persona impaciente.
No supe como esperar, mas creo que para el amor se necesitan dos.
Hoy me encuentro solo y triste.
Mi corazón sufre pero esto me permite continuar.
El dolor me hace más fuerte, me hace aprender.
No terminamos muy bien, pero quien dice que es el final.
La vida da muchas vueltas y quizás nuestros caminos se vuelvan a cruzar y si Dios quiere unir para volverlo a intentar…
¿Está en nosotros estar o no juntos?
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