Caminando por la playa en un atardecer tardío.
Yacía entre la arena una estrella de mar.
Brillaba con helados destellos.
La tomé entre mis manos.
Preguntándome en silencio…
- Estrella que provienes de aguas profundas.
- ¿Cómo es que llegaste a mí?
Ella, con muda voz, contestó…
- Provengo del cielo infinito.
- Y al precipitarme a la mar, rompí en mil misiones.
- Ahora en tus manos, cumplo la mía.
- Te prodigaré amor y cuidados.
- Te enseñaré la inmensidad del cielo.
- Y sabrás que el color de la mar, es el azul de tus sueños.
- Sentirás como el viento rompe en tus mejillas.
- Las soleadas arenas tornarán tu piel dorada.
- Y el brillo de tus ojos, en las marinas noches, podrán iluminar las playas.
Al sentirla mía, la estreché entre mis brazos.
Y la cubrí emocionado con gotas de agua salada.
Ya tengo la estrella del cielo.
Ya tengo mi estrella de mar.
Puedo colgarla en el infinito.
Y brilla lo mismo en la mar.
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